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Para que tu mente pueda rendir al máximo, duerme bien la noche anterior al examen.

Levántate temprano y llega puntual a la escuela, seguro de tus conocimientos.

No creas que tu memoria va a funcionar en un 100%. Por tanto, no te desesperes si algo se te olvida.

Asegúrate de que comprendes perfectamente el contenido de cada pregunta, antes de pretender responderla. Si tienes dudas vuelve a leerla y si aún así no te queda clara (siempre y cuando esté permitido) pregúntale al maestro la interpretación.

Planea el uso del tiempo durante el examen. Para ello, lee previamente todo el examen y divide tu tiempo para que puedas terminarlo.
Si encuentras una pregunta muy difícil, será mejor que te la saltes y sigas con las demás. Después regresa y céntrate en responderla.

Concéntrate en resolver tu examen, no el de tu amig@.
No te sientas mal si otros terminan antes que tú. Tampoco quieras ser el primero en terminar; los exámenes no son carreras de caballos, así que tómate tu tiempo para resolverlo, revisar tus respuestas y, si puedes, corregir los errores que hayas cometido.

Asegúrate de contestar todas las preguntas.

Antes de entregar tu examen, revísalo. Asegúrate de que tu hoja de respuestas esté claramente marcada con lápiz oscuro y borra cualquier marca de más.

Recuerda que el que saca las mejores calificaciones no es el más inteligente, sino el mejor preparado.

Fuente: AMHIDA C. Real

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